FILOSOFAR PRÁXICO O LAS CRÍTICAS DE
HORACIO CERUTTI A LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN
La libertad en filosofía es un tema recurrente e importante. La libertad conlleva una ética y una política para poder ser ejercida. Toda filosofía que se preocupe de temas sociales, ya sea a nivel ético, político o social mismo tiene que cruzar irremediablemente por el tema de la libertad. Sin embargo, la forma de abordar el tema es tan variado como tan variadas son las filosofías existentes.
En este sentido, la libertad ha sido abordada casi siempre como finalidad. Como algo que, si bien conlleva una práctica, no es retomada como tal por la filosofía en virtud de la política como un tema necesario a tratar por el mismo tema. Y escribo casi siempre, porque hay una filosofía que emprende este tema como un proceso mismo, como un quehacer en proceso y cuyo nombre lo indica: la Filosofía de la Liberación, surgida en Argentina hacia la década de 1970.
Sin embargo, ¿desde qué punto se parte para abordar este tema dicha filosofía?, ¿es materialista por el hecho mismo de abordar la libertad como un proceso, o es idealista?, ¿por qué? y ¿qué conlleva esto?
Estas y otras cuestiones han sido abordadas por un crítico acérrimo de la Filosofía de la Liberación: Horacio Cerutti Guldberg, un filósofo argentino que elabora críticas muy pertinentes y necesarias no sólo para la Filosofía de la Liberación misma, sino para la filosofía en general. El punto medular de su crítica se centra, en mi opinión, en dos palabras: Filosofar y praxis. La primera palabra pone a la filosofía misma en acción, le da movimiento; pero este movimiento necesita a su vez de un sentido, y es allí donde la praxis entra, pues ella permite al filosofar ser una acción conscientemente revolucionaria de su realidad que, en el caso americano y latinoamericano, tiende hacia la liberación misma del continente. Es decir, son filosofías para la liberación.
En este sentido, la Filosofía de la Liberación está caduca para Cerutti, a pesar de enunciar el problema más importante para América Latina: los pobres y oprimidos. Y es que, el problema lo escinde de una metodología y epistemología para abordarlo. Lo cual lleva a la Filosofía de la liberación a desgastarse muy pronto.
Dentro de este tenor, el filósofo de la liberación es capaz de ver la exterioridad de la totalidad pues, en tanto que emplea una analéctica, se asume prácticamente como un profeta similar al Moisés bíblico, y tiene entonces la misión de liberar al pueblo. Sin embargo, el concepto de “pueblo” es ambiguo en la Filosofía de la liberación (ya sea abstracta, como lo hace Enrique Dussel, o concretamente, como Mario Casalla ), pues dicho concepto está legitimado en tanto que es enunciado por los discursos políticos, y por ende ideológicos y clasistas. Lo cual lleva a dos errores principales: uno, idealizar al pueblo mismo hasta ontologizarlo y volverlo autoimagen del filósofo; y dos, que si el político se equivoca en su apreciación del pueblo, el filósofo estará por ende igualmente equivocado, lo cual resulta más peligroso para el proceso de liberación.
Por ello, el concepto subordina a la realidad y es entonces que, comprende Horacio Cerutti, no hay una ruptura cabal con el idealismo en la filosofía de la liberación sino más bien se queda en una mera libertad de consciencia. El filósofo de la liberación enuncia tan sólo la liberación en tanto profeta, pero deja por su idealismo de inmiscuirse en el proceso mismo de la liberación. Olvida las relaciones subalternas al interior del pueblo. La filosofía de la liberación es entonces, para Cerutti, una filosofía idealista ontologizadora que no logra aterrizar en la realidad del pueblo mismo.
Estos problemas llevan a Horacio hacia 1974 el planteamiento de una “filosófica” materialista que incluye la mediación de la política como práctica que “deberá ser esclarecida en su tensión dialéctica con las restantes prácticas sociales” hasta que logre la anhelada unión teoría-praxis. Es decir, que la filosofía en tanto política conlleva representaciones de clase e ideología que hace también una lucha intelectual de clases. Por ello, hay una “imposibilidad de una filosofía política” . Así, la cuestión del filosofar praxicamente es enunciada por Cerutti.
Esta forma de filosofar es decididamente material para el crítico. Su finalidad es un filosofar que se inmiscuya en la realidad, no ya tan sólo abstraerse de ella. Lo cual permite aclarar conceptos y así comenzar a hablar pluralmente de la relación que la filosofía guarda con el proyecto de liberación social, política y económica de América Latina. Es decir, pasar de una “Filosofía de la liberación” a “Filosofías para la liberación”. Con ello, hay una apertura de las instituciones educativas hacia el pueblo, con el que es necesario interactuar porque también ellos pueden filosofar. Esto ya no es exclusivo del filósofo y por ende, las filosofías para la liberación avanzan hacia la apertura de una diversidad de pensamientos (no ya tan solo filosofares) “en función de la transformación o el cambio social con vistas a mejores grados de solidaridad, reducción de injusticias, satisfacción de demandas sociales, cobertura de necesidades básicas, transformaciones estructurales y todas sus argumentaciones consecuentes”. Es decir, hacia la liberación latinoamericana.
Así, se conforman utopías que posibilitan una diversidad de futuros posibles con tareas como el enfrentamiento “siempre abierto” de las filosofías materialistas contra aquellas idealistas que se pretenden “liberadoras”. Por lo que, las filosofías para la liberación deberán “participar en la organización de instrumentos necesarios para volcar el proceso hacia el modelo que promueve la transformación de raíz de las estructuras de explotación del sistema capitalista” . Es decir, siendo siempre una filosofía problematizadora, crítica y autocrítica que no se olvide de cuestiones fundamentales como lo son la popular, la del sujeto, la utopía, la democracia y el orden, la historia e historiografía, la hermenéutica (o el sentido) y la de la filosofía misma . Por ello, el filosofar para la liberación no excluye a ninguna filosofía que se plantee dicha meta.
En suma, podemos decir que Horacio Cerutti es y ha sido un crítico muy importante de la Filosofía de la Liberación. Y sus críticas van encaminadas hacia una ampliación y adición de proyectos filosóficos, e intelectuales y populares en general, de una forma práxica . En ello, siempre debe mantenerse, para este crítico, esta praxis en torno a una utopía: la liberación, no ya tan sólo de América Latina, sino de “Nuestra América” (a la manera de José Martí). Liberación no sólo ideológica, sino también sociopolítica, cultural y sobretodo económica.
BIBLIOGRAFÍA:
Casalla, Mario. “Filosofía y cultura nacional en la situación latinoamericana contemporánea”, en Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana, Bonum, Buenos Aires, 1973.
Cerutti, Horacio. Filosofar desde nuestra América. Ensayo problematizador de su modus operandi.CRIM/CCyDEL/Porrúa. México, 2000.
________. “Ubicación política de los orígenes y el desarrollo de la filosofía de la liberación latinoamericana” y “Situación y perspectivas de la Filosofía para la liberación latinoamericana”, en Filosofías para la liberación ¿Liberación del filosofar? UAEM. México, 1997.
________.“Manifiesto Salteño” y “Necesidad e imposibilidad de una filosofía política”, en Filosofía de la liberación, FCE, México, 1983.
Dussel, Enrique. “La cuestión popular” en Revista Nuestra América, no. 11. México, CCyDEL-UNAM, Año IV, no. 11, Mayo- Agosto, 1984.
POR: ORLANDO LIMA